domingo, 24 de octubre de 2010

¡Aclaración!

Freddy Pacheco León, PhD
22 de octubre del 2010

A lo expresado por el señor Edén Pastora en relación al conflicto derivado del uso de territorio de Costa Rica como parte del llamado proyecto de dragado del cauce del río San Juan.
EN LAS ACTAS ALEXANDER, de trabajos de demarcación de límites entre Costa Rica y Nicaragua,  además de los textos descriptivos se puede ver en su página 1033 el CROQUIS que señala el inicio del  límite en Punta Castilla, que continúa luego por la margen derecha del río San Juan (anotación con fecha 2 de marzo de 1898).

Hoja cartográfica
 Las hojas cartográficas de ambos países para esa región, reproducen fielmente el trazado anotado  (que reproducimos con esta nota) y que demuestra que la interpretación que ha hecho el señor Edén Pastora es errónea, en el sentido de que es “tierra de nadie” o pertenece a Nicaragua.  Se trata, sin duda alguna, de terrenos situados más allá de la margen derecha del río San Juan y que por tanto son costarricenses.

domingo, 17 de octubre de 2010

LA CANCILLERÍA Y LA REPRESA EN EL RÍO SAN JUAN

Dr. Freddy Pacheco León
Catedrático Universidad Nacional

Ratificado por la República de Nicaragua el 16 de noviembre de 1995, el Convenio Sobre la Diversidad Biológica establece el deber de establecer “procedimientos apropiados por los que se exija la evaluación de impacto ambiental de sus proyectos propuestos que puedan tener efectos adversos importantes para la diversidad biológica con miras a evitar o reducir al mínimo esos efectos…”, y el deber de asegurar “que se tengan debidamente en cuenta las consecuencias ambientales de sus programas y políticas que puedan tener efectos adversos importantes para la diversidad biológica”.

Freddy Pacheco León
Asimismo, dicho Convenio determina la obligación de notificar “inmediatamente, en caso de que se originen bajo su jurisdicción o control peligros inminentes o graves para la diversidad biológica o daños a esa diversidad en la zona bajo la jurisdicción de otros Estados o en zonas más allá de los límites de la jurisdicción nacional, a los Estados que puedan verse afectados por esos peligros o esos daños, además de iniciar medidas para prevenir o reducir al mínimo esos peligros o esos daños”. Y agrega: “La Conferencia de las Partes examinará, sobre la base de estudios que se llevarán a cabo, la cuestión de la responsabilidad y reparación, incluso el restablecimiento y la indemnización por daños causados a la diversidad biológica, salvo cuando esa responsabilidad sea una cuestión puramente interna”.

Así, la señora presidenta Violeta Chamorro firmó el decreto Nº 56-95 con que el Estado nicaragüense ratificó el citado Convenio Internacional, tomando en consideración los objetivos universales de “la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos”.

Sumado a lo anterior, el Laudo Cleveland del 22 de marzo de 1888, en referencia a los derechos de libre navegación que tiene Costa Rica en parte del río San Juan, establece (¡y así fue aceptado por los representantes de los dos Estados!) que “Estos derechos deben considerarse perjudicados en cualquier caso en que se ocupe o inunde el territorio perteneciente a la República de Costa Rica, o cuando haya intrusión en cualquiera de dichos puertos, dañosa a Costa Rica o cuando haya tal obstrucción o desviación del Río San Juan que se destruya, o seriamente deteriore la navegación de dicho Río o cualquiera de sus brazos en cualquier punto donde Costa Rica tenga derecho a navegar en el mismo”.

Lejos de pretender ser jurista, hacemos estas necesarias observaciones como un recordatorio a las autoridades de la Cancillería costarricense que alegan haber estado en la Luna mientras en Nicaragua se discutía públicamente, desde hace años, un proyecto de $600 millones que bloquearía el flujo del río San Juan cerca del Lago de Nicaragua, convirtiéndolo por decenas de kilómetros en una quebrada embarrialada. Tan grande como la represa de 400 metros de cresta que dicen construiría una empresa privada brasileña para derivar hacia el océano Pacífico un caudal estimado de 500 metros cúbicos por segundo, es la ignorancia que se esmeran en exhibir algunos de nuestros gobernantes. Por ello, les invitamos a cumplir con su deber y hacer la tarea que demanda las circunstancias.

jueves, 14 de octubre de 2010

Nicolás Aguilar: héroe de 1857


Un héroe entre los héroes de las batallas del San Juan

Erick F. Bogarín Benavides
Presidente de la Asociación de Historia de Heredia

Para don Alberto Cañas 80 años no es nada, pero para los que hemos tenido el gusto de leer esta obra es una rica suma de vivencias y experiencias que llaman a la reflexión de las diferentes facetas de su existencia, que han estado íntimamente ligadas a la vida artística y política.

No obstante existe un detalle en su libro que no puedo dejar pasar por alto. En el capítulo 27, haciendo alusión al episodio del retrato de Federico Tinoco, expresa don Alberto: “Y es que el héroe, el triunfador del San Juan, fue traidor, y Costa Rica no lo perdona. Lo borró. Con los héroes de Santa Rosa (José Joaquín Mora) y de Rivas (Juan Santamaría y José María Cañas), hemos tenido suficiente”. No cabe la menor duda que don José Joaquín Mora, José María Cañas, Juan Santamaría y, por supuesto, don Juan Rafael Mora Porras son próceres de la patria.

Pero el mal entendido que se genera de la lectura de la cita anterior es que, creo, se coloca solamente en el acto heroico del San Juan al mayor Máximo Blanco, lo cual no es cierto. Hay un nombre, un hombre, que no se puede borrar de la historia patria, pues fue esta misma la que le reconoció su heroísmo. Me refiero al sargento Nicolás Aguilar Murillo, herediano oriundo de Barva, el principal héroe entre los héroes de las batallas del San Juan.

En la trinchera. Concretamente, su acto de patriotismo sucedió en la Batalla de Trinidad del 22 de diciembre de 1856. Don Miguel Ángel Solera Rodríguez describe la acción en un artículo publicado en La Nación del 22 de diciembre de 1956, en la página 24, que fue compilado por Elías Zeledón Cartín en su reciente libro Crónicas de la Guerra Nacional 1856—1857: Nicolás Aguilar saltó la trinchera enemiga, “…dando muerte al centinela del cañón y adueñándose de tan importante pieza de artillería. Entabló, luego, singular y reñido combate con el entonces cabo Mr. Thompson, dejándole gravemente herido”. Lo anterior le valió para que el Congreso de la República, el 14 de julio de 1892, le confiriera el grado de coronel del Ejército Nacional y lo condecorara con una medalla de oro con la leyenda: “A Nicolás Aguilar y Murillo. La Patria agradecida por su heroísmo. República de Costa Rica. Campaña Nacional de 1856-1857”.

De manos de uno de sus bisnietos, el señor Marco Aurelio Rodríguez Zárate, recibí una copia del himno a don Nicolás, cuya música fue compuesta por Juan R. Alfaro y la letra por don Luis Rafael Flores, que lamentablemente en la edición de 1970 deLo que se canta en Costa Rica, no viene incorporado.

Ejemplos de amor. Creo con todo el respeto que merece don Alberto Cañas, así como otras personas e instituciones gubernamentales, especialmente de índole cultural, que la memoria de quienes ofrendaron su vida o tuvieron la bendición de Dios de seguir existiendo después de tan cruenta guerra no se pueden dejar en la anonimia del tiempo. Ellas y ellos son ejemplo de virtudes, especialmente el amor por sus hermanos y su patria, que al final son uno.

El error de Máximo Blanco en lo referente al magnicidio de Juan Rafael Mora en nada se relaciona con la gesta heroica de don Nicolás Aguilar Murillo que, por el contrario, debe realzarse como ejemplo, no de la acción bélica a la que lamentablemente fue arrastrado el pueblo costarricense, como la última opción que tuvo que tomar dolorosamente pero con firmeza don Juan Rafael Mora, sino el amor a la patria que se ejerce cada día con nuestras obras, con nuestro existir en aras del bienestar común.

Concluyo este sencillo homenaje a Nicolás Aguilar con la última estrofa de su himno: “Salvada Costa Rica, a paso de patriotas, de audaces vencedores, regresa tu legión. Con tus sandalias rotas, trajiste enardecido, el alma de la Patria, gloriosa en su pendón”.

lunes, 11 de octubre de 2010

UNA REPRESA EN EL RÍO SAN JUAN

  Dr. Freddy Pacheco
Catedrático UNA

 Cual si se tratare de una quebrada intermitente, de esas que solo aparecen en épocas lluviosas, o un río del interior sin importancia ambiental y geopolítica, de los que a veces se dispone sin tomar en cuenta especiales consideraciones de carácter social o ecológica, las autoridades diplomáticas costarricenses guardaron silencio y demostraron extraño inmovilismo ante la noticia de que Nicaragua tenía en proyecto la construcción de una represa en el cauce del río San Juan.

Ahora, un año y medio después de esa información, el gobierno del presidente Daniel Ortega ha anunciado que planea tener terminado en cuatro años el llamado Proyecto Hidroeléctrico Brito con una inversión de $600 millones, que “contempla la construcción de una presa sobre el río San Juan antes del Castillo llamada Presa San Isidro y otra sobre el río Brito llamada Miramar, usando como embalse de regulación el lago de Nicaragua”.    

Represa de 400 METROS DE CRESTA  y 10 metros de altura que al impedir el curso del agua proveniente del lago de Nicaragua hacia el mar Caribe, derivaría unos 500 metros cúbicos por segundo de caudal HACIA EL OCÉANO PACÍFICO a través del istmo de Rivas. Proyecto que, según el alcalde de El Castillo, no encaja con el desarrollo turístico, y que por encima de las “cosas bonitas” que dicen los empresarios, como la construcción de escaleras para que pasen los peces y el traslado de los barcos de un lado a otro de la presa, al final ellos, los habitantes, van a ser las víctimas.

Según el gobierno del presidente Ortega, la producción energética será de 250 MW, permitirá además el desarrollo del riego en un área de 12.000 hectáreas y mejorará la navegación en parte del río San Juan y el lago de Nicaragua, para lo cual ya se está trabajando con la empresa brasileña Andrade Gutiérrez.

Ante la licencia otorgada por el Ministerio de Energía y Minas (MEM) al consorcio privado para la realización de los estudios de factibilidad, algunos ciudadanos nicaragüenses cuestionan que los cálculos del caudal se realizaron hace 35 años, antes de que se diera la alta tasa de deforestación de 77.000 hectáreas de bosque por año que sufre Nicaragua, que ha modificado sustancialmente el régimen hídrico. Además de que, río abajo de la represa, “el hilo de agua” remanente solo podría recuperar su caudal útil unos 30 kilómetros río abajo… “hasta recibir las aguas de los grandes ríos costarricenses Sarapiquí y San Carlos”. www.redlar.org/noticias/2010/9/27/Noticias/Cientifico-advierte-sobre-letalidad-del-megaproyecto-hidroelectrico-Brito/

Aunque la mayor preocupación del gobierno nicaragüense parece dirigida hacia la constitución de una sociedad de inversionistas, donde el Estado sólo tendría un 10% de participación, no se pueden obviar los aspectos ambientales como aquellos impactos que eventualmente podrían darse sobre las riberas del río San Juan. Por ejemplo, el impacto ambiental que tendría ese tapón de concreto sobre el flujo del río San Juan en su camino hacia la desembocadura en el mar Caribe.

Y como la delimitación de buena parte de Costa Rica con Nicaragua, está señalada por los mojones ubicados a lo largo de la margen derecha del río, le recordamos a nuestras autoridades que es un asunto que compete a ambos Estados, por  lo que esperamos una gestión oportuna y firme de nuestro gobierno… antes de que sea aún más tarde.

martes, 5 de octubre de 2010

DEMOCRACIA Y ABSTENCIONISMO EN SAN JOSÉ

Freddy Pacheco
PhD
 
Donde mejor se refleja la enfermedad de la democracia costarricense es en el número de electores que rechazan, absteniéndose a votar, a los candidatos que le ofrecen los partidos políticos. Si no fuere por los miles de millones de colones en propaganda que (ahora nos percatamos) gastan u ofrecen pagar con bonos virtuales que al final no tienen valor alguno, muy pocos “comprarían ese producto” que ofrecen las agencias de publicidad.
Pero si en las elecciones para elegir Presidente de la República y diputados a la Asamblea Legislativa tal realidad no deja de preocupar, es en las elecciones de alcaldes donde los síntomas son casi fatales. Contrario a lo que podría pensarse (por ser sede de la ciudad capital) el cantón central de San José es el peor ejemplo de democracia participativa y representativa. En el proceso electora del 2002 el nivel de abstencionismo alcanzó el 82,9%, cifra mayor que el promedio nacional y que el promedio de la provincia a la que pertenece.
Cuatro años después, cuando se diera la reelección del ingeniero agrónomo Araya Monge, el ilustrativo abstencionismo aumentó al 88,1%. De casi 224.000 electores, una minoría de unos 18.000 ciudadanos fue la que creyó en la propuesta que se le ofreció.
Solo un 8,3% de los inscritos en el padrón electoral fueron los que finalmente reeligieron a don Johnny Araya. Un porcentaje superior al 81% (¡esto sí es una mayoría!) no le prestó la mayor atención al que resultara electo.
Tal vez por razones financieras las autoridades electorales siempre se han opuesto a que se establezca (como sucede con las elecciones presidenciales) un porcentaje mínimo para que una elección de alcalde tenga validez. Por ello, cual si se tratara de la directiva de una junta de educación básica, la gran mayoría de los ciudadanos a veces ni se dan cuenta de esos procesos electorales y, como es evidentemente beneficioso para los malos candidatos, ellos se esmeran porque así sea. Y es que con unas tres o cuatro comunidades propensas al clientelismo electoral, se ha demostrado lo fácil que es ganar (con un puñado de votos) una elección.
Como dentro de seis meses se habrán de dar las elecciones de alcaldes, y porque nos interesa el bienestar de la ciudad de San José que nos vio nacer y crecer, aspiramos a que se dé un cambio sustancial en el proceso electoral que se avecina.  Solo con una mayor participación ciudadana saldrá fortalecida la democracia y, como consecuencia, la ciudad capital podrá liberarse de las amarras que la embargan.
Aspiramos a que San José vuelva a ser la metrópoli segura, limpia, ordenada, alegre y, si se quiere, coqueta, que fuera hasta hace unos 20 o 25 años.  Que regresen sus pobladores y renazcan los barrios del casco central, ahora convertidos en lotes baldíos refugio de delincuentes. Para que en lugar de barrios chinos  —made in Costa Rica—  el progreso se evidencie en una mejor calidad de vida para sus pobladores y visitantes de todos los días.