Freddy Pacheco León
Especialista en estudios de impacto ambiental
Especialista en estudios de impacto ambiental
¿Será que en el asunto de las demoliciones en el Caribe ha habido precipitación de parte de algunos burócratas que han impulsado remedios peores que la enfermedad?
Creemos que con respecto a la demolición de los hoteles, supuestamente para recuperar el ambiente degradado, lo que más bien estamos viendo es una serie de actos irracionales que condujeron hacia un deterioro ambiental que antes era inexistente. Mejor, muchísimo mejor, hubiera sido haber utilizado la infraestructura existente para, por ejemplo, hacer una escuela de hotelería bajo la tutela del INA, y aprovechar otras áreas de los hoteles para sedes de Ebais, Ministerio de Cultura o de Educación, o para tantas otras cosas de las que son conocidas necesidades de la zona.
Hoy, solo se tienen escombros, degradación ambiental, y muy bajas posibilidades de una recuperación ambiental. Creo que esta triste experiencia debería ser utilizada para no repetir el mismo error; otras soluciones tendrán que haber y hasta sería recomendable revisar lo actuado por quienes concluyeron que efectivamente se estaba violando la ley.
No existía ninguna certeza de que demoliendo los hoteles se iba a recuperar el supuesto daño ambiental. ¡No había estudios! Ahora algunos hasta hablan de cuántos años son necesarios para la recuperación ambiental, cuando eso es pura especulación. El mayor daño vino con la demolición pese a que ésta se sustentó en información cuestionable, tanto desde el punto de vista jurídico como ambiental.
Sobre el centenar de casas construidas en las vecindades del Parque Marino las Baulas en Santa Cruz, en la vertiente del Pacífico, el caso es diferente pues no se trata de construcciones ilegales, se trata de propiedades privadas así declaradas antes de 1977 en que se emitió la Ley de la Zona Marítimo Terrestre que no forman parte ni del refugio de vida silvestre ni del parque... según lo estipulado claramente en sendas leyes. En este caso, se promueven las expropiaciones, alegando erróneamente que están dentro del área de conservación, a lo largo de unos 7 km en playas Ventanas, Grande y Langosta a un costo impagable (unos $350 millones). No creemos que se quieran demoler pues el mismo ente promotor de ese sinsentido, el The Leatherback Trust, compró una de las lujosas casas (con piscina y de dos pisos frente a la playa) y le puso el nombre de laboratorio para no demolerla...
PERO, en fin, ambos casos tienen en común algo que no sabemos si se debe a la incompetencia o a otros intereses no muy claros que quienes usan el ambientalismo como mampara para otras cosas.
Hoy, solo se tienen escombros, degradación ambiental, y muy bajas posibilidades de una recuperación ambiental. Creo que esta triste experiencia debería ser utilizada para no repetir el mismo error; otras soluciones tendrán que haber y hasta sería recomendable revisar lo actuado por quienes concluyeron que efectivamente se estaba violando la ley.
No existía ninguna certeza de que demoliendo los hoteles se iba a recuperar el supuesto daño ambiental. ¡No había estudios! Ahora algunos hasta hablan de cuántos años son necesarios para la recuperación ambiental, cuando eso es pura especulación. El mayor daño vino con la demolición pese a que ésta se sustentó en información cuestionable, tanto desde el punto de vista jurídico como ambiental.
Sobre el centenar de casas construidas en las vecindades del Parque Marino las Baulas en Santa Cruz, en la vertiente del Pacífico, el caso es diferente pues no se trata de construcciones ilegales, se trata de propiedades privadas así declaradas antes de 1977 en que se emitió la Ley de la Zona Marítimo Terrestre que no forman parte ni del refugio de vida silvestre ni del parque... según lo estipulado claramente en sendas leyes. En este caso, se promueven las expropiaciones, alegando erróneamente que están dentro del área de conservación, a lo largo de unos 7 km en playas Ventanas, Grande y Langosta a un costo impagable (unos $350 millones). No creemos que se quieran demoler pues el mismo ente promotor de ese sinsentido, el The Leatherback Trust, compró una de las lujosas casas (con piscina y de dos pisos frente a la playa) y le puso el nombre de laboratorio para no demolerla...
PERO, en fin, ambos casos tienen en común algo que no sabemos si se debe a la incompetencia o a otros intereses no muy claros que quienes usan el ambientalismo como mampara para otras cosas.
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