jueves, 18 de noviembre de 2010

Comentario


Los mapas deben ser verificados en el terreno
Freddy Pacheco*

Como parte de sus argumentos en la OEA, el embajador nicaragüense, reclamó que los mapas que señalan los límites entre Costa Rica y Nicaragua, “deben ser verificados en el terreno”. Que para ello se ha de reactivar una subcomisión que se encargaría del amojonamiento para que, basada en el Tratado Cañas – Jerez (1858), el laudo del Presidente Cleveland (1888) y los laudos de Alexander (1897-1890), principalmente, se ubiquen en tierra los sitios en que habrán de colocarse los hitos o mojones que realmente corresponden. 
Aunque el señor Moncada usaba su argumento para dar a entender que lo que todos conocemos como río San Juan… no lo es; que UN CAÑO trunco en la costa de la laguna de Los Portillos constituye el verdadero río que Nicaragua considera tiene el margen que marca el límite con Costa Rica, lo cierto es que no solo generalizó su cuestionamiento a los croquis que, por ejemplo aparecen en las Actas Alexander, sino que lamentó que los representantes gubernamentales costarricenses no hubieren formalizado con su firma las actas levantadas por una subcomisión binacional en 1994, donde supuestamente se ubicaban con técnicas modernas los puntos en que habría que ubicar 136 mojones a lo largo de la frontera. Noticia ésta que ha de alegrar a los costarricenses en vista de que esa “densificación” en el amojonamiento se sustentó en UN GRAVE ERROR que no se puede dejar pasar cándidamente. 
Si tal error se formalizara, Nicaragua estaría viendo aumentado su territorio en UN ÁREA equivalente a la que suman los cantones de San José, Palmares, Barva, Santo Domingo, Belén, Escazú, Goicoechea, Alajuelita, Tibás y Moravia. Doscientos noventa y siete kilómetros cuadrados (297 km2) de territorio costarricense estarían siendo regalados, en un acto de altruismo excepcional, en la zona limítrofe al sur del Lago de Nicaragua. 
Pues sí, aunque parezca un cuento de mal gusto, gracias a decisiones tomadas hace 16 años en la cancillería tica y el Instituto Geográfico Nacional, 297 km2 de superficie costarricense del norte del país, perdería, si lo permitimos, su carácter tico si se regalaran al país vecino. Decisiones que, como se podrán imaginar los estimables lectores, SE OPONEN a lo señalado en el Tratado Cañas – Jerez y a demás documentos alegados como válidos y de obligado cumplimiento por la representación nicaragüense ante la OEA. 
Ahora bien, si el asunto fuere confuso y necesitara de una compleja interpretación, tal vez justificaríamos tal afrenta al suelo patrio, pero como no lo es, reclamamos de parte de nuestros gobernantes el respeto por dicho Tratado de límites y por la Constitución Política, en cuanto a que "Nadie puede arrogarse la soberanía", como lo han hecho los responsables de este desaguisado técnico-diplomático. ¡Veamos cuan sencillo es! : Resulta que el Tratado Cañas - Jerez dice claramente que "La línea divisoria de las dos Repúblicas…" ha de seguir "un curso que diste SIEMPRE DOS MILLAS… de la margen derecha del propio Lago". Sin embargo, nuestros brillantes y generosos funcionarios, hace tan solo 16 años (en 1994) insistieron en una línea divisoria que en un punto está alejada ¡5, 5 MILLAS de dicha margen! 
Línea divisoria que, como lo puede comprobar usted amigo lector con solo una rápida mirada a cualquier mapa de Costa Rica, jamás sigue lo estipulado en el Tratado firmado hace 152 años. ¿Y por qué? se preguntarán ustedes. Pues porque algunos se arrogaron la soberanía de Costa Rica y actuando a nombre propio, promovieron y siguen defendiendo (un poco en las sombras) una delimitación que nada tiene que ver con lo acordado a mediados del siglo XIX y que tiene plena vigencia. 
Como parte de sus argumentos han hecho uso torcido de los textos de las actas de la llamada Comisión Alexander que para entonces se habían robado de la Cancillería. Interesa además señalar que Gral. Alexander, en el Laudo N°4, cita cinco veces, que la distancia de la frontera a la margen del Lago, ha de ser de DOS MILLAS. Así que no podían citar un documento que ni siquiera tenían en su poder, los funcionarios públicos del Instituto Geográfico y la Casa Amarilla, para justificar el regalo que generosamente se sintieron capaces de hacer. 
Por otro lado, más allá de los inmerecidos maltratos a que han sido sometidos los vecinos de las tierras regaladas por unos despistados empleados públicos, por su investidura, ha de tomarse en cuenta lo expresado por el ex-presidente José María Figueres: "…se realizó un amojonamiento en línea recta, cuando lo que correspondía era hacerlo paralelo al borde del lago de Nicaragua, según lo establece el Tratado Cañas Jerez" (La Prensa Libre, 7.9.94) 
Por todo lo anterior (y más) instamos muy respetuosamente a acoger la propuesta del gobierno de Nicaragua en el sentido de hacer un amojonamiento moderno basado en los textos citados. Así, se corregiría el error cometido por funcionarios ticos que actuaron como dueños de una finca que les había caído del cielo. ¡Parece tan fácil ubicar, con exactitud milimétrica, los mojones a 2 millas del lago de Nicaragua!
Ha de quedar claro que los nicaragüenses manifiestan nuevamente que jamás han pretendido, el irrespeto al Tratado Cañas - Jerez, cuando más bien su actitud oficial ha sido la de defender fielmente lo allí estipulado, aunque lo que está sucediendo con el territorio tico que forma parte de la isla Calero les contradice. Por nuestra parte, esperamos consecuencia de parte de los gobernantes costarricenses que, para dicha de todos, obviaron ratificar con su firma las actas de los 136 mojones ubicados en 1994, tal y como recordara en la OEA el embajador nicaragüense. 

*Catedrático UNA

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