Carolina Ángeles
carolinaangeles.poesia@gmail.com
"Está generalmente admitido que en la mujer las facultades de intuición, de rápida percepción y quizá también de imitación, son mucho más vivas que en el hombre; mas algunas de estas facultades, al menos, son propias y características de las razas inferiores, y por tanto corresponden a un estado de cultura pasado."
Charles Darwin en El origen del hombre (1)
Como si el peso histórico y cultural de la discriminación de la mujer fuera leve, a esto se le sumó, durante el siglo XIX, la marca cientificista, de que, efectivamente, la naturaleza las había construido como seres inferiores, y las diferencias entre hombre y mujer justificaban la primacía del primero, pues la biología determinaba que muchas características femeninas eran propias de "razas inferiores". Y esto fue catalogado nada menos que por Charles Darwin, el naturalista fundacional de la teoría evolutiva, la persona que dio un giro trascendental a la visión científica del ser humano sobre la tierra, podremos imaginarnos la fuerte influencia de sus afirmaciones discriminatorias sobre la época.
Pues sí, este fue el rudo ambiente contra el cual tuvieron que luchar las mujeres que deseaban tener voz y voto dentro de la ciudadanía, ejerciendo su derecho al sufragio. Aquellas primeras y valerosas sufragistas se enfrentaron al mundo, a las estructuras de poder, al estado, a los sectores conservadores, e inclusive, a otras mujeres que estaban convencidas de que no debían tener participación en la política, porque ese era un asunto de hombres.
Este movimiento emerge por primera vez en 1848, tanto en Estados Unidos como en Inglaterra, por parte de las mujeres que habían logrado acceder a una educación superior, es decir, la clase media-alta, y por tanto, poseían más herramientas para la lucha. Si bien es cierto, habían recibido la educación para ser buenas esposas y madres, se las habían ingeniado para seguir estudiando y preparándose, pues era evidente que teniendo las herramientas académicas, podrían plantear su lucha de una manera objetiva, siendo ellas mismas ejemplo de que sí se podía participar plenamente en la política, pues tenían las mismas capacidades intelectuales que los varones.
Sin embargo, muchísimo antes, se habían producido obras escritas sobre la equidad de género, como Olympia de Gouges en 1791, quien redactó "La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana", esto le hizo terminar en la guillotina en 1793. Y un año antes, en 1792, se publicó la "Vindicación de los Derechos de la Mujer", escrito por Mary Wollstonecraft. Éstas y otras obras, de mujeres que fueron antecesoras y pioneras de este movimiento, heredaron su sed de igualdad a las sufragistas.(2)
Pero habría que esperar hasta inicios del siglo XX, para que estas luchas radicales por la búsqueda de derechos empezaran a fructificar. En la película Ángeles con mandíbulas de hierro (3) basada en hechos históricos sobre las sufragistas estadounidenses, se muestra claramente las decisiones radicales a las que se enfrentaron, las huelgas de hambre a las que se sometieron, las torturas y encarcelamientos, la muerte; todo esto ante la indiferencia de muchos que las consideraban locas, histéricas, enfermas mentales.
El proceso crítico se vivió durante la Primera Guerra Mundial, pues ellas mismas se cuestionaron si era o no apropiado continuar su lucha en tiempos de guerra. Pero rápidamente se dieron cuenta de que no libraban esa pelea solamente por ellas mismas, sino que sobre sus hombros estaban los derechos de sus hijas, y de las hijas de sus hijas, y de todas las generaciones de mujeres, que de no conseguir la plena ciudadanía, habrían de seguir padeciendo bajo las leyes sobre las cuales no podrían opinar, y tendrían que seguir soportando el dominio masculino sobre las decisiones de sus vidas. Entonces continuaron.
Y el 18 de agosto de 1920, el Estado de Tennessee, se convirtió en el número 36 que votaba a favor, o sea, el necesario para ratificar la 19a enmienda. Woodrow Wilson, entonces presidente de Estados Unidos, envió a Washington la ratificación necesaria, y la Enmienda fue convertida en ley el 26 de agosto de 1920, las mujeres pudieron votar en la elección presidencial de ese mismo otoño. Sin embargo, la población negra obtuvo su protección a los derechos civiles hasta 1965, con la Ley de Derecho al Voto, aprobada por el presidente Lyndon Johnson.
Luego prosiguieron las luchas en el resto del mundo. En Latinoamérica, la mayor parte de los países dieron su aprobación en la década de 1940 a 1950, unos cuantos le antecedieron, como el caso de Cuba en 1934, o El Salvador en 1939, pero en el caso de Costa Rica, hace solamente 60 años que la mujer tiene derecho a votar; si lo observamos desde una perspectiva histórica: eso fue apenas ayer.
Como vemos, este derecho no se nos ha dado gratis, ha costado la sangre, el sacrificio y la marginación de muchísimas generaciones de mujeres y de algunos cuantos hombres que se atrevieron a marcar la diferencia en su género y apoyar lo que consideraban una causa justa. Pero aún hay muchos retos por enfrentar, todavía nos falta mucho para alcanzar la paridad en los puestos políticos, laborales, académicos, etc. Y más aún, estamos lejos de lograr la equidad en la realización de las labores de nuestros círculos más íntimos, de la casa, del espacio comunitario. Allí donde aún la mujer sigue desempeñando labores de cuido y trabajo reproductivo -aunque en muchos casos haya logrado conquistar la esfera laboral- la mayoría de varones no han logrado conquistar la esfera íntima de su propio hogar.
La equidad es un reto, y de no luchar por conseguirla, ambos pierden: mujeres y hombres. También los varones han tenido que sufrir en carne propia lo que el sistema patriarcal les ha obligado a reprimir. Las sufragistas de principio de siglo XX libraron una lucha heroica, expusieron sus vidas para que hoy podamos disfrutar de ese derecho. ¿Cuál es la lucha que usted y yo libramos a favor de la equidad? ¿Qué hacemos cotidianamente para transformar el pedazo de mundo que nos toca?
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FUENTES CONSULTADAS:
_ Miyares, Alicia. 2007. El sufragismo, Capítulo V. pp. 247 -293. En Teoría Feminista de la Ilustración a la Globalización.
_ Página Web Sufragismo y feminismo: la lucha por los derechos de la mujer. http://www.historiasiglo20.org/sufragismo/biogra.htm
(1) Cita tomada de Miyares, Alicia. 2007. El sufragismo, pp. 249.
(2) Fotografía: http://ciudadanos-liberales.blogspot.com/2009_12_01_archive.html
(3) Dirigida por Katja von Garnier, 2004.